jueves, 19 de mayo de 2011

Valoración personal de la obra “Excusas para no pensar”, de Eduardo Punset

Hoy quiero compartir algunas reflexiones que me ha suscitado la lectura de un libro, regalo de un gran amigo mio. Se titula “Excusas para no pensar”, de Eduardo Punset.

Eduardo Punset Casals (Barcelona, 1936) es abogado, economista y comunicador científico. Licenciado en Derecho por la Universidad de Madrid y máster en Ciencias Económicas por la Universidad de Londres. Dedica su tiempo a transmitir conocimientos y saberes sobre de el ser humano y el mundo cambiante en el que vive.  Su nuevo libro "Excusas para no pensar" es una colección de artículos sobre el cerebro, el aprendizaje, las emociones o el poder. Sigue la línea de su trilogía sobre la felicidad, el amor o el poder de la mente, que ha vendido ya setecientos mil ejemplares. Según el autor, cuando el lector haya concluido la lectura de este ejemplar, sabrá explorar las grandes incertidumbres que supuestamente le acosan.

A mi, particularmente, y en contraposición con su título, esta nueva obra de Punset me ha hecho pensar bastante.

A continuación expongo algunos temas que se tratan en el libro, y que, entre otros muchos, me han suscitado un especial interés. No pretendo hacer una sinopsis, tan sólo dar mi punto de vista sobre ciertos aspectos a mi parecer interesantes e incluso cuestionables

Punset menciona en alguna ocasión que “la felicidad es la ausencia de miedo”. Es probable que esta sea una definición  acertada pero, no creo que sea suficiente. 
Según mi punto de vista, la felicidad es un estado de ánimo que se produce en la persona cuando cree haber alcanzado una meta buena y deseada. Tal estado propicia paz interior y esa paz es lo que entendemos como felicidad, que es la consecuencia de sentir que tus objetivos se han cumplido, y en general, que tus necesidades están cubiertas.
¿Cuando es más feliz un bebe?-Cuando todas sus necesidades están cubiertas-. Cuando ha comido, ha dormido, le han aseado y entonces, sólo entonces, le miramos y nos regala esa sonrisa que irradia felicidad, esa mirada cómplice que nos dice ahora estoy como yo quería. Desde mi humilde opinión, considero que la felicidad del ser humano comienza con la satisfacción de las necesidades más básicas: alimentación, higiene, afecto, descanso, etc. Esto es suficiente cuando eres un bebé y solo con cubrir las necesidades más vitales para tu desarrollo puedes alcanzar la felicidad. Pero a medida que el ser humano crece cada vez las necesidades son mayores y necesitaremos un más esfuerzo para satisfacerlas. Conseguir un buen trabajo nos hace muy felices, pero para ello dedicaremos un gran esfuerzo: años de estudios, prácticas, dinero invertido, etc.
Hay una cita que describe muy bien la idea que quiero transmitiros. “No es más feliz quien más tiene, sino quien menos necesita”. Por ello es bien sabido que gente con mucha riqueza, amistades y bienes, en ocasiones es más infeliz que una persona que vive en un piso de 50 metros cuadrados, tiene 3 o 4 amigos y los bienes de consumo justos para una vida más o menos acomodada. Pero lo verdaderamente importante es que esta última persona siente que con eso tiene todo lo que necesita.
El día que te levantas de la cama y te dices a ti mismo tengo todo lo que deseaba y no quiero más, ese día, probablemente seas la persona más feliz del mundo aunque no vivas e una mansión, ni acudas a fiestas ostentosas.  
Así mismo, está claro que todos no tenemos el mismo concepto de felicidad, algunos pensarán que felicidad es tener mucho dinero, otros mucho amor, muchos vivir sin enfermedades. Pero como varias veces se ha dicho en este blog lo apropiado siempre es el equilibrio. Como dice una canción popular  “tres cosas hay en la vida: salud, dinero y amor, el que tenga estas tres cosas que le de gracias a Dios”. Por tanto,observamos que incluso en la cultura popular están instaurados los aspectos que hacen felices a los seres humanos. Ahora nuestra meta es no crearnos necesidades que no tenemos y agradecer a la vida todo lo que nos ha dado. Para ser cada día un poco más felices.

En otro momento del libro Punset  propone, entre otros temas, no intentar ser feliz todo el rato y disfrutar de la preparación y la búsqueda de las metas y objetivos.

Estoy completamente de acuerdo con él. El camino para la consecución de nuestras metas es lo que debe reportarnos mayor disfrute, entre otros motivos, porque cuando se hacen las cosas “de mala gana”, puede que el resultado no sea tan positivo como esperábamos. Sin embargo, volcando todo nuestro entusiasmo en la realización de una tarea seguramente consigamos en fin deseado mucho antes y con mejores resultados. Pero por otro lado, si al final no conseguimos el objetivo esperado, al meno habremos disfrutado durante el proceso y por tanto, nos habrá reportado sendos aprendizajes.

No quiero avanzar demasiadas cosas del libro, por si alguien quiere leerlo, sólo una puntualización más, según Punset nos enamoramos por procesos bioquímicos.

Para los científicos mexicanos el amor dura máximo cuatro años, y se caracteriza por ser un "estado demencial temporal" ya que activa sustancias químicas en el cerebro que ocupan todas las neuronas y no se puede sino pensar en el ser amado.

Para Eduardo Punset, sin embargo, la duración del amor está determinada por la necesidad evolutiva, por lo que estima puede llegar a durar entre cinco y siete años, ya que durante mucho tiempo ese fue el período necesario para procrear y criar a un hijo "En nuestros tiempos, esa dedicación parental es mucho más larga, hay más compromisos y los ciclos del amor se alargan", para suerte de muchos.

Como conclusión sobre mi experiencia lectora de “Excusas para no pensar” puedo afirmar que esta obra me ha resulta muy interesante, amena y fácil de leer.  Así mismo me ha descubierto nuevas visiones sobre temas mundanos como el amor, el sexo, el poder, la sociedad y otros muchos más

Si algún seguidor o seguidora de nuestro blog ha leído “Excusas para no pensar” estaría encantada de que comentaseis que os ha parecido el libro y si os ha suscitado algún momento de reflexión.

Os deseo una buena lectura.

sábado, 14 de mayo de 2011

El exceso de optimismo es perjudicial

Ser optimista es un aspecto positivo y necesario para la actividad humana. Obviamente si fuésemos pesimistas no haríamos casi nada en la vida, por ejemplo: no conduciría por si tengo un accidente o no seguiría estudiando por miedo a fracasar. Por tanto está claro que pensar de forma optimista es saludable pero un exceso de optimismo puede acarrear consecuencias muy negativas. Debemos reflexionar sobre como abordar el optimismo de una forma flexible y abierta a posibles adversidades.

Cuantos casos conocemos de gente que piensan que van a conseguir algo y tras no ser así se vienen abajo. Desde mi punto de vista hay que ser capaces de mantener una actitud intermedia entre el optimismo y el pesimismo. Las posturas extremas no son beneficiosas porque tienden a distorsionar la realidad. La cuestión está en ser conscientes de todas las limitaciones y desilusiones que pueden surgir ante una situación y sobrellevarlo con el mayor optimismo. No pensar que todo va a salir bien porque tiene que ser así, sino tomar una actitud más equilibrada: “Voy a hacer todo lo posible para que salga bien, aún así puede haber aspectos que se escapen a mi control y si no sale como yo espero seguiré adelante”.

El exceso de optimismo no siempre es bueno. Además de hacernos parecer demasiado ingenuos, en determinadas circunstancias incluso puede matarnos, como demuestra la paradoja de Stockdale.

El nombre de la paradoja de Stockdale procede del almirante James Stockdale, el prisionero estadounidense de mayor rango de la guerra del Vietnam. Lo mantuvieron cautivo en el “Hanoi Hilton” y lo torturaron repetidamente durante 8 años. El concepto, finalmente, fue popularizado por el escritor Jim Collins en su libro Empresas que sobresalen.

Stockdale explicaba qué clase de prisioneros eran los que más fallecían en Vietnam. Según Stockdale eran los prisioneros más optimistas. Los que no paraban de repetir: tranquilos, saldremos de aquí, ánimo, en Navidad ya estaremos en casa. Entonces llegaban las Navidades, la previsión no se cumplía y pasaba a otra fecha en la que tampoco se cumplía. Y llegaban otras Navidades y así repetidas veces. Entonces el prisionero positivo, se rendía porque descubría que sus previsiones se incumplían sistemáticamente.

La paradoja de Stockdale pone de manifiesto que es tan importante tener fe en sobrevivir como saber acatar con disciplina los hechos más brutales que se avecinen. De lo contrario, demasiado optimismo puede favorecer que nos decepcionemos con frecuencia, entrando en una especie de montaña rusa emocional, de subidas y bajadas demasiado abruptas, levantando esperanzas y asistiendo a su desplome, una y otra vez, hasta que agotamos hasta la última pizca de optimismo.

Así pues, os animo a abordar la positividad de forma más realista, por ejemplo: Pensar que es muy difícil que tu empresa quiebre y por ello vas comprarte un piso que pagarás en 40 años, es una postura demasiado optimista, 20 años después una crisis acaba con tu empresa, tus sueños y te quedas prácticamente en la calle. Sería mejor haber pensado: Ahora me van bien las cosas pero la vida y el mercado económico es impredecible, por ello intentaré amoldarme a un piso más pequeño que pueda pagar fácilmente en 15 o 20 años ya que si perdiese mi empleo no me supone tanta carga económica y si mi empresa sigue dando una gran rentabilidad seguramente lo pague antes de lo que espero.

En consecuencia, lo idóneo sería hacer una reflexión más ajustada de la naturaleza de nuestro optimismo, ya que, lo más adecuado es optar por una postura optimista al tiempo que es flexible y realista.


miércoles, 11 de mayo de 2011

Artículo sobre el pensamiento crítico

Recientemente he leído en Eduteka un artículo que habla sobre el pensamiento crítico. Se titula ¿Por qué pensamiento crítico? y aborda la importancia de enseñar a las personas a tomar decisiones acertadas, lo que además las equipara para mejorar su propio futuro y para convertirse en miembros que contribuyen a la sociedad, en lugar de ser una carga para ella. Ser educado y hacer juicios acertados no garantiza, en absoluto, una vida feliz, virtuosa, o exitosa en términos económicos, pero ciertamente ofrece mayor posibilidad de que esto se logre. Y es definitivamente mejor.

Para completar esta visión podéis visitar este otro artículo donde explica de forma más exaustiva que es el pensamiento crítico y los beneficios que aporta al individuo.

FACIONE, Peter A."Pensamiento Crítico: ¿Qué es y por qué es importante?". Eduteka (www.eduteka.org), 2007.pp. 1-22.

Espero que os resulte tan interesante como a mí.

martes, 10 de mayo de 2011

Ocho reflexiones sobre la actitud ante los problemas


Hola a tod@s, os dejo este vídeo, a mi criterio muy interesante, que nos da algunas ideas sobre como afrontar las situaciones de la vida mediante un pensamiento reflexivo para encontrar las respuestas más coherentes a nuestros problemas.

Estrategias para un pensamiento reflexivo: Pensar en positivo

Para adquirir el hábito de pensar de forma más positiva, podemos seguir los siguientes pasos:
  
1. Tomar el hábito de anotar aquellas situaciones de la vida cotidiana que nos hacen sentir mal, formulándonos las siguientes preguntas:“¿Cuál es la situación concreta que me ha hecho sentir mal?”,“¿Cómo me he sentido/ me siento?”.  

Ejemplo: “Ayer fue mi cumpleaños y mi hermana no me felicitó. Me he sentido triste, con ganas de llorar”
  
2. Plantearnos: “¿Qué conclusiones he sacado de esta situación?”, “¿qué he pensado cuando me ha ocurrido esto, qué imágenes, recuerdos, etc. se han cruzado por mi cabeza?”. Si no puedo responder a esto, también puedo preguntarme: “¿Qué intuyo que puedo haber pensado de esto que me haya hecho sentir mal, aunque no esté del todo segura/o?” o “si le hubiera ocurrido lo mismo a otra persona, ¿qué podría haber pensado él/ella?” Al principio puede no ser fácil responder a esto, pero es una cuestión de práctica. A medida que nos vayamos esforzando por contestar a esas preguntas, las respuestas irán saliendo cada vez de forma más fluida.

Siguiendo el ejemplo anterior, podría ser: “Pienso que mi hermana no me quiere y que nadie me tiene en cuenta”.
  
3. Preguntarnos: “¿Qué mecanismos mentales o formas de pensamiento distorsionado he aplicado?”, “¿de qué forma he deformado, exagerado o minimizado la realidad para llegar a dichas conclusiones?”, “¿qué evidencias –hechos objetivos- tengo de que las cosas son tal como yo las interpreto y no de otra forma?”, “¿Qué no he tenido en cuenta?”

Siguiendo con el ejemplo podría anotar que he aplicado el pensamiento del tipo “todo o nada” (“si mi hermana no me felicita por mi cumpleaños es que no me quiere”); he exagerado mis conclusiones sobregeneralizando (“si mi hermana no me quiere, nadie me quiere”) olvidando, tal vez, las muestras de cariño de otras personas; he recurrido al victimismo (“nadie me tiene en cuenta”) culpando a los demás de mis sentimientos de soledad en lugar de ver qué papel juego yo en todo esto (tal vez, salgo poco, me muestro demasiado retraída/o o susceptible, etc.)
 
4. Preguntarnos: “¿De qué otra forma más positiva podría enfocar la situación?”, “¿podría hacer algo, por pequeño o insignificante que sea, para mejorar la situación o que me hiciera sentir mejor?”, “¿qué le aconsejaría a una amiga/o mía en una situación similar?”.
 
Por ejemplo, podría llamar a mi hermana y decirle que me siento dolida/o por lo ocurrido y que me gustaría que estuviéramos más cercanas la una de la otra. O tal vez se trate simplemente de darme cuenta de que  es un poco olvidadiza y decidir que la cosa no tiene mayor trascendencia y que no vale la pena que me amargue el día por ello, y focalizar mi atención en las otras personas que sí se han acordado de mí y me quieren. O si me siento sola/o, considerar la posibilidad de acercarme yo también más a la gente, de abrirme más a los demás, de buscar maneras para hacer nuevos amigos, etc. En cualquier caso, eso son sólo ejemplos orientativos: cada uno debe hallar, en su propio estilo, aquellas respuestas o alternativas que mejor le funcionen, que le resulten más “creíbles” y que mejor “calcen” con sus necesidades, abriendo eso sí la mente al mayor número de opciones posible.
  
5. Ante situaciones difíciles, evitar preguntas “victimistas” o “debilitantes” del estilo de: “¿Por qué me tiene que pasar esto a mí?” o “¿qué voy a hacer ahora?” o afirmaciones del tipo “esto es insoportable”. En su lugar, plantearnos preguntas que nos den sentimientos de fuerza y esperanza, o que nos indiquen alguna opción alternativa: “¿Qué puedo hacer para resolver esto?”, “¿qué opciones tengo que todavía no he probado?”, “¿qué datos de la realidad podrían contradecir mis conclusiones más pesimistas?”, “¿qué tiene de bueno esta situación?”, “¿qué podría aprender de ella?”, etc.