jueves, 16 de junio de 2011

¿La suerte nace o se hace?

Hoy hablaré sobre la suerte a petición de uno de nuestros seguidores.
Mediante algunas reflexiones particulares espero evocar en el lector un sentimiento crítico y reflexivo ante este tema.

Si nos preguntamos sobre la naturaleza de la suerte lo primero en lo que pensamos es en un fenómeno con carácter aleatorio. Pero si ahondamos algo más podemos reconocer dos hipótesis diferentes: ¿la suerte va atada al tipo de pensamiento? ¿o por el contrario aparece de forma aleatoria?.

Según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española suerte se define como la circunstancia de ser, por mera casualidad, favorable o adverso a alguien o algo lo que ocurre o sucede. Esta definición recoge el carácter aleatorio como factor determinante en la suerte.

Al margen de la semántica muchos autores atribuyen a la suerte un factor subjetivo y condicionante del propio pensamiento. Es decir la predisposición de nuestra mente hacia lo positivo o lo negativo puede acarrear más o menos experiencias de similar naturaleza. Si pensamos que todo es una catástrofe seguramente de lo que suceda a nuestro alrededor captaremos en mayor medida lo negativo y pensaremos que es mala suerte, cuando lo que realmente ocurre es que no somos capaces de percibir el lado positivo de las cosas por el estado de tristeza o malestar.
Hay personas que se consideran muy desafortunadas y por ello viven en una constante depresión, incluso pueden llegar a manifestar una patología denominada “distimia” que se define como un trastorno afectivo de carácter depresivo crónico, caracterizado por la baja autoestima y aparición de un estado de ánimo melancólico, triste y apesadumbrado, pero que no cumple con todos los patrones diagnósticos de la depresión. Este tipo de personas suele tener una gran predisposición a la negatividad y distorsionan la realidad con el pensamiento haciendo que todo a su alrededor se tiña de gris. Los individuos con este tipo de trastorno en ocasiones se consideran personas con mala suerte, pero realmente, es su forma de pensar y de percibir la realidad lo que les produce esa sensación de mala suerte.

Hay que aprender a relativizar los sucesos de la vida y no magnificar los problemas. Dar la importancia justa a cada cosa. No caer en pensamientos totalitarios como: todo me pasa a mí, mi vida es una ruina, etc, y pensar que todo lo malo nos reporta experiencia y aprendizaje.

Diversos autores defienden la creencia en la suerte como una falsa idea, pero que puede derivar en pensamiento positivo y alterar las respuestas de uno a mejor. Otros, como Jean Paul Sartre y Sigmund Freud, afirman que la creencia en la suerte tiene más relación con la pérdida de control sobre los sucesos de la propia vida y la subsiguiente huida de responsabilidad personal. Según esta teoría, quien atribuye sus penalidades a la «mala suerte» llevan un estilo de vida arriesgado. Por otra parte, la gente que se considera «afortunada» aunque solo sea por tener buena salud, pueden estar en realidad cosechando los beneficios de una actitud positiva y unas relaciones sociales satisfactorias, lo que estadísticamente se sabe que protege contra las enfermedades relacionadas con el estrés. Con ello se inicia una cadena de positivismo que reporta grandes beneficios a la salud.

A todos nos ocurren sucesos «buenos» y «malos». Yo misma he podido experimentar una desafortunada cadena de sucesos negativos, pero en cuanto cambié mi actitud empecé a darme cuenta de que la suerte estaba de mi lado, o mejor dicho, de que todo tiene su lado positivo.

Desde mi punto de vista en la suerte influye mucho nuestra actitud frente a la vida, la perspectiva que tenemos de los problemas y como los afrontamos, pero nunca hay que olvidar el carácter aleatorio de los sucesos y pensar que a todos nos puede tocar vivir una buena o mala experiencia. Lo verdaderamente importante es como lo afrontemos y sacar el máximo partido a cualquier situación. Aquí debemos reconocer la importancia del pensamiento reflexivo y los beneficios que nos reporta una adecuada visión de la realidad.