sábado, 14 de mayo de 2011

El exceso de optimismo es perjudicial

Ser optimista es un aspecto positivo y necesario para la actividad humana. Obviamente si fuésemos pesimistas no haríamos casi nada en la vida, por ejemplo: no conduciría por si tengo un accidente o no seguiría estudiando por miedo a fracasar. Por tanto está claro que pensar de forma optimista es saludable pero un exceso de optimismo puede acarrear consecuencias muy negativas. Debemos reflexionar sobre como abordar el optimismo de una forma flexible y abierta a posibles adversidades.

Cuantos casos conocemos de gente que piensan que van a conseguir algo y tras no ser así se vienen abajo. Desde mi punto de vista hay que ser capaces de mantener una actitud intermedia entre el optimismo y el pesimismo. Las posturas extremas no son beneficiosas porque tienden a distorsionar la realidad. La cuestión está en ser conscientes de todas las limitaciones y desilusiones que pueden surgir ante una situación y sobrellevarlo con el mayor optimismo. No pensar que todo va a salir bien porque tiene que ser así, sino tomar una actitud más equilibrada: “Voy a hacer todo lo posible para que salga bien, aún así puede haber aspectos que se escapen a mi control y si no sale como yo espero seguiré adelante”.

El exceso de optimismo no siempre es bueno. Además de hacernos parecer demasiado ingenuos, en determinadas circunstancias incluso puede matarnos, como demuestra la paradoja de Stockdale.

El nombre de la paradoja de Stockdale procede del almirante James Stockdale, el prisionero estadounidense de mayor rango de la guerra del Vietnam. Lo mantuvieron cautivo en el “Hanoi Hilton” y lo torturaron repetidamente durante 8 años. El concepto, finalmente, fue popularizado por el escritor Jim Collins en su libro Empresas que sobresalen.

Stockdale explicaba qué clase de prisioneros eran los que más fallecían en Vietnam. Según Stockdale eran los prisioneros más optimistas. Los que no paraban de repetir: tranquilos, saldremos de aquí, ánimo, en Navidad ya estaremos en casa. Entonces llegaban las Navidades, la previsión no se cumplía y pasaba a otra fecha en la que tampoco se cumplía. Y llegaban otras Navidades y así repetidas veces. Entonces el prisionero positivo, se rendía porque descubría que sus previsiones se incumplían sistemáticamente.

La paradoja de Stockdale pone de manifiesto que es tan importante tener fe en sobrevivir como saber acatar con disciplina los hechos más brutales que se avecinen. De lo contrario, demasiado optimismo puede favorecer que nos decepcionemos con frecuencia, entrando en una especie de montaña rusa emocional, de subidas y bajadas demasiado abruptas, levantando esperanzas y asistiendo a su desplome, una y otra vez, hasta que agotamos hasta la última pizca de optimismo.

Así pues, os animo a abordar la positividad de forma más realista, por ejemplo: Pensar que es muy difícil que tu empresa quiebre y por ello vas comprarte un piso que pagarás en 40 años, es una postura demasiado optimista, 20 años después una crisis acaba con tu empresa, tus sueños y te quedas prácticamente en la calle. Sería mejor haber pensado: Ahora me van bien las cosas pero la vida y el mercado económico es impredecible, por ello intentaré amoldarme a un piso más pequeño que pueda pagar fácilmente en 15 o 20 años ya que si perdiese mi empleo no me supone tanta carga económica y si mi empresa sigue dando una gran rentabilidad seguramente lo pague antes de lo que espero.

En consecuencia, lo idóneo sería hacer una reflexión más ajustada de la naturaleza de nuestro optimismo, ya que, lo más adecuado es optar por una postura optimista al tiempo que es flexible y realista.


5 comentarios:

  1. Esto es tan cuestionable hasta tal punto de decir: "que somos optimistas por naturaleza" de echo hay estudios que indican que somos optimistas aunque la realidad nos estè indicando lo contrario, pienso que el ser optimista es una manera de sobrevivir engañàndonos a nosotros mismos creyendo que el futuro sera mas fàcil que ahora; y respecto a que ser demasiado optimista puede incluso matarnos, creo que hay que ser demasiado optimista para no matarte despuès de verte afectado por una trama de fracasos uno detras de otro.
    Ser pesimista creo que està muy bien para ver la parte de la vida que es menos probable y esto te ofrece menos recursos que ser optimista.

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  2. Es probable que el hombre por naturaleza sea optimista, puesto que con tantas tragedias que la humanidad ha tenido que presenciar no nos queda más que ser optimistas para sobrevivir en un mundo cambiante. Pero de lo que se trata es de buscar una postura intermedia entre el excesivo optimismo y el negativismo. Un equilibrio emocional que nos proteja de los sentimientos extremos y ofrezca una postura más realista para evitar que nuestro estado de ánimo se convierta en una especie de montaña rusa.

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  3. Es bastante cierto, pero esta claro que en toda esta vida el exceso incluso del optimismo es malo, siempre hay que llevar un equilibrio como elYing y el Yang.
    Yo soy un persona optimista, pero realista y cuando puedas podrias hablar sobre lo que influye el optimismo en la buena suerte de cada persona.
    Saludos.

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  4. Estoy totalmente de acuerdo contigo Jesús. Tendré en cuenta tu sugerencia para próximas publicaciones. Creo que el tema de la buena suerte es como para dedicarle un momento de reflexión, ¿realmente existe la suerte con carácter aleatorio o los pensamientos positivos llaman a la suerte?

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    1. Reflexiono desde su punto de vista y una "conclusión" ecléctica sobre el tema, aunque viable tomando en cuenta la paradoja de Stockdane y la supervivencia (pero sin seguridad sobre las causas del deseso de los optimistas), igualmente lo sería si tiene en cuenta las consecuencias volitivas no deterministas y ulteriores del pesimismo: tendencia a ver y juzgar las cosas de manera desfavorable. Una cosa es pensar y otra actuar, esa es la confusión de muchos, aparentemente más conceptual que otra cosa ya que en la realidad práctica de cada quien son imperceptibles. Un pesimista es quien ante la contundencia de los hechos negativos no se hace falsas "esperanzas", pesimista también es el nihilista que con cinismo observa la decadencia a su alrededor, sin embargo, en su núcleo el pesimismo como estado de ánimo también "puede" albergar optimismo: ver las cosas desfavorables como oportunidades. Con estos argumentos se "puede" cambiar la realidad maniquea (peyorativa en si misma) del pesimismo y el optimismo a una con más sentido y significado, es decir, existencialista.

      Entonces una persona no sería pesimista porque evalúa la posibilidad de los peores escenarios, tampoco por displinar su estado de ánimo para proyectar una problemática basándose en hechos. Pesimista no es quien actúa en concecuencia, pues la actividad mental presede al acto, pesimista puede ser quien reafirma de manera introspectiva y volitiva la falta de significado de la existencia o el significado y valor de la existencia en su vida.

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